Su barba y su melena expuestas al viento, como una bandera que ondea en el mástil: libre, dinámica, pero atada al hierro que la sujeta y la sostiene —así, se sentía Jorge viendo el barco que zarpaba de la isla.

Se alegraba por ella, que partía hacia otra etapa…

Le invadió una sensación de alivio y libertad. Respiraba, redimido, aunque seguía atado a su ciudad, a su país, a su perro…

Contrariamente a lo que esperaba, sintió un vacío al ver diluirse la silueta del barco en el horizonte.

Encendió su pipa. Caminó.

Ella sonreía, desde la barandilla de cubierta.

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