Su barba y su melena expuestas al viento encendieron, por fin, la llama entre ellos. Mientras ella se quitaba, poco a poco, la escasa ropa que llevaba, él se desprendía de la indumentaria de un largo viaje a una zona asiática. No hubo preámbulos y todo quedo en minutos de éxtasis juntos. Posteriormente se fueron alejando, cada uno de ellos a sus respectivas habitaciones y siguieron las pautas sanitarias establecidas: nada de contactos, mantener las distancias y lavarse las manos. Se colocaron las mascarillas y se insuflaron un poco de aire, a la espera de ese final anunciado.

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