Su barba y su melena expuestas al viento. En la espesura del monte. Miró hacia los costados. No había nadie. Levantó la cabeza. Cerró los ojos. Oídos atentos. Silencio pleno. Atmósfera crocante. Sólo él. Y un peluquero amigo. Que se puso adelante. Dispuesto a la tarea.
Comenzó a agregarle pelo a la barba y extensiones al cabello.
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