Su barba y su melena expuestas al viento. Abajo, el desierto durante todo el vuelo. Los recuerdos se mezclaban con el cansancio.
Egipto, Libia y aterrizar en uno de los pocos aeródromos que su país conservaba en Argelia. Su meta estaba a pocas millas. Allí esperaban todos, pero así se quedaron, esperando. Sus cálculos le decían que podía alcanzar Río de Oro y allí aterrizó. Que cara pusieron los españoles cuando aterrizó su triplaza.
Desconcertados se acercaban a curiosear. Ella orgullosa, se despojó de la barba y lanzó su sonrisa y su melena negra sobre el desierto. La dejaron sola.
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