Su barba y su melena expuestas al viento, caminaba penosamente sin saber muy bien adónde dirigirse. Hacía frío. Mejor andar sin pensar. Cuando ya no pudiera más, pararía, quizás para siempre. Le venía en mente la escena vivida momentos No pensarantes. El descubrimiento de la traición, la mentira, la hipocresía. El cortapapeles entrando por la espalda del traidor, había tenido suerte, no se había roto, había pasado entre dos costillas… La sangre. Él había caído al suelo, suponía que sobreviviría. Ella, paralizada por la sorpresa y el terror, no se había movido.
Su mente borraría la existencia de esos seres.
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