Su barba y su melena expuestas al viento parecían ser el grito de libertad del abuelo que en épocas de revolución, cuando debía quedarse en casa sin wisky, sin cebolla, sin cigarros, sin mercado o sin misa, solo pretendía huir y encontrar en la brisa el albedrío y en el galopar de su caballo la rebeldía.

Ahora después de tantas guerras superadas no quiere prestar atención a aquellos que lo obligan, porque dice que ya es suficiente el cansancio de la guerra.

En tiempos de niebla solamente ansía tratar de hallar el camino en la vida, pero sin suicidarse

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