Su barba y su melena expuestas al viento. Así lo recordaba mientras me alejaba, nerviosa, a tomar el vuelo que me devolvería a mi cruda realidad.

Esa realidad construída día a día en la rutina de esa casa, en la monotonía de los días iguales, en la hipocresía de las palabras huecas y las caricias forzadas…

El deseo de estar con él era una fuente de placer pero también de sufrimiento en la medida en que no encontrara un resultado positivo entre el deber ser y el querer ser. Tendría que hallar la solución y ya se agotaban los tiempos…

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