Su barba y su melena expuesta al viento, dándole libertad para que pudieran ser besada por la brisa que azotaba el tiempo.
Nunca hubiéra pensado que esa sería su última parada, en aquella inhóspita ciudad, llena de calles vacías y casas silenciosas.
Se sacudió los pies, como diciendo; gracias y adiós.
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