Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón ¡Seguro! Sin embargo, ella perduraba tarde tras tarde en la terraza del bar esperando la señal.
Encajó malamente la noticia de ser padre y urdió un plan. Debía fingir un ataque epiléptico en el momento en que una luz roja bailara sobre su lánguido vestido premamá; él aprovecharía para colarse en la pequeña tienda de joyas cuando el segurata se doblara para atenderla.
Aturdida la dependienta, él saquearía rápido los expositores hartos de piedras preciosas…
Ella le creyó cuando le dijo que después, los dos volarían lejos.
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