Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón… si no fuese por ella. Las luces verdes en su cabeza se las dejó hace un par de primaveras. Corrió lo más rápido que pudo, nunca las bocanadas frías de aire le habían recorrido la espina lumbar tan eléctricamente, de abajo hacia arriba, tan dentro y realmente en él. Se preguntaba si un hombre así facultado tendría consciencia. Sacó el billete de avión de su sobretodo aún tibio; el aguacero de medianoche le hizo el favor de desintegrárselo. Tomaría la ruta más larga, pero no estaba dispuesto a ceder… ¡bendita culpa!

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS