Él ya estaría tomándose un daiquiri en el malecón, ¡Qué iluso!

– Sigo pensando que no es buena idea viajar ahora…

– ¡Apaga la tele, niña! que tanto coronavirus…¡te está haciendo perder la cabeza!

Una voz que parece pedir permiso, me hace regresar a la soledad del pasillo y al consuelo de las batas verdes.

– Lo siento mucho, señora, hemos hecho todo lo posible…

Lo que aquel maldito virus, que se atrevía a llevar corona no sabía, era que nada nos impediría cumplir nuestro sueño.

Cerré los ojos y allí estábamos, alzando la copa celebrando nuestros cincuenta años juntos.

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