El ya estaría tomándose un Daiquiri en el Malecón y yo aquí, en esta fría habitación del Aeropuerto, esperando que todo no sea más que un trámite burocrático ordenado por un funcionario aburrido.

Estoy algo mareada, siento que mis fuerzas me abandonan y me duele el pecho.¿Cuándo saldré de aquí? Perderé el vuelo a Cuba… El viaje a Milán había sido tan extraño… Toda esa gente desconocida que me miraba con temor y se alejaba apresuradamente sin mediar palabra.

Cuando llegue a Fiumicino tomaré aspirinas y todo estará mejor.

Mi hijo me esperará en La Habana y por fin descansaré…

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