Él ya estaría tomándose un daiquiri en el Malecón esperando mi llegada y disfrutando del relajante rumor de las olas del mar a la distancia… Quizás no debimos seguir esta aventura, le propuse aplazar, algo me decía que iba a terminar mal. Qué ironía venir desde tan lejos para ni siquiera coincidir, nuestro soñado encuentro en un paraíso caribeño, él viajó desde el sur del continente yo venía del norte y ahora el avión no es más que chatarra retorcida en el fondo del mar. No sabemos qué nos traerá el mañana, ni siquiera sabemos si habrá mañana….
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