El veintidós ya es historia, mejor dicho prehistoria.Veintidós cavernícolas se encontraban cotidianamente en el mismo lugar del terreno rocoso y seco de África.Veintidós eran los tambores que sonaban sin interrupción en esas vastedades.Veintidós minutos duraba este llamado a la madre tierra.A las veintidós se repetía el ritual.Hombres, mujeres y niños, cada uno con su tambor.Sonidos disonantes, alegóricos. El primero , alabanza, otro gratitud, otro perdón y el más sonoro, de intercesión por la pandemia que los azotaba. “Que Tata Dios sacuda con el viento los malos espíritus y los lance al Índico.”

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