El veintidós ya es historia para ti, para mí el asunto no ha terminado. Ahora entiendo tu prisa por enviarme de vuelta a ayudar a tu madre, el afán de que fuera yo quien inspeccionara los arreglos de la villa, tu repentina idea de un viaje para mí sola. Mientras, tú franqueabas su puerta, llenabas de dolor su cuerpo, rompías su pequeña vida y dejabas sin piel sus sueños. Hoy, después de su ausencia, termina aquí tu historia.

En medio de la furia del vendabal desatado, nadie esuchó sus súplicas.

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