El 22 ya es historia -pensó observando esa única hoja del árbol. Igual que ella, había sobrevivido al crepúsculo más largo, a la noche más oscura, a la hora más triste del segundo día del invierno, cuando él la dejó. Se preguntaba si también ambas podrían enfrentar las travesuras del viento, que más que insistir en sacudir aquella rama, se había empecinado en traerle en un lastimado eco, palabras de aquella triste despedida. La profundidad del lago la recibió para su nuevo viaje: el fin del dolor, mientras, una hoja caía dibujando en el aire, el fin de una estación.
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