El veintidós ya es historia y menuda historia. Fue el día que llegó el coronavirus al barrio y todo el mundo dejó de besarse. El día que mi electrocardiograma se empeñó en dibujar corazones en lugar de picos de delfín. El día que aprendí a caminar haciendo el pino y me llegó un WhatsApp . No sé quién es Enriqueta. Tampoco conozco a su madre. Ni he leído nunca ese libro del que me habla. Pero ¿para qué voy a sacarla del error? Al menos se acuerda de los dos patitos. Yo dentro de nada ni eso recordaré.
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