«El veintidós ya es historia”, pensé, mirando mi móvil con cero de batería.
Levanté la vista y frente a mí estaba él; que haciendo una reverencia dijo:
—Os esperaba, bella dama.
Con el sol en la mirada, me contaba que esas flores violetas se llamaban cantueso. Que su sapiencia era mucha, y la hidalguía su senda.
Me tomó de la mano y me guió por la escarpada sierra. Yo flotaba en el cielo.
Hacia abajo vimos el Pantano de Rosarito.
Las nutrias en los ríos…
Cabizbajo murmuró:
—Las personas se marcharon, poco a poco va quedando mi bella España vacía.
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