A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir, ha debido pensar, porque ha dejado de mirarle, se ha dado la vuelta y, con elegancia y magnífica parsimonia, se ha largado. Él ha seguido sentado un rato, mirando inmóvil como se alejaba, seguramente diciéndose que no se puede ganar siempre y, ¡qué demonios!, que a él también le quedan, con seguridad, muchos triunfos en la vida. Luego se ha levantado, y después de estirarse con contundencia, habrá pensando, seguro: ¡Bueno!, haré un apetecible viaje a los cubos del callejón. Las penas son menos con unas buenas raspas de sardina.

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