«A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir», pensó Mateo al ver a su hija ante el espejo. Con carmín en los labios y su mejor vestido estaba irreconocible. Vio una maleta encima de la cama.
—¿Te vas de viaje ?
—Sí, papá, con Marcos, un antiguo compañero del Instituto. Nos vamos a Atenas.
Su marido le había abandonado.
—¿No fue ese tu primer novio?
—Eso es.
Elisa recordó su primer beso con él. Se quitó la alianza y se guardó la ranita que él le regaló. «En el fondo siempre pensé que este amuleto me traería suerte».
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