“A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir”, me dije mientras hacía de nuevo mi maleta. Estaba cansada, de ir de país en país, de prostíbulos a clubes de carretera mugrientos y despojados de sueños y sonrisas, como la mía, aquella que perdí en el primer motel donde vendí mi alma al diablo.

“Ven a España” -Decían los esbirros de satán- “Vivir en Madrid es mucho mejor que malvivir en Rumanía, encontrarás trabajo enseguida”- Y tan rápido que lo encontré…. Me esperaba ya a la llegada.

A este “señor” le arrebaté la vida y ahora, me llamaré Suzzanna.

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