A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir, pensé para mis adentros mientras introducía sigilosamente mi mano en la guantera del coche. Agarré la pistola y salí mirando fijamente a los ojos del policía. Con total resolución apunté el arma en su entrecejo y mientras notaba en los míos su mirada de terror apreté el gatillo mientras gritaba: ¡Estás muerto, estás muerto! ¡Ya nunca más volverás a molestarme!.

Su cuerpo cayó en el suelo en medio de un gran charco de sangre y entonces lo vi claro. Había matado a un jabalí, ese era mi triunfo, un animal.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS