A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir pensaba corriendo sin mirar atrás y llevando bien agarrada la mochila con fajos de billetes.
Fajos que había recogido de los cajones de la casa del estafador. Lo tenia todo muy planeado.
Ahora tocaba correr y se empleó a fondo. En el autobús que la llevaría lejos se juró que no la encontrarían. Iba a ser un viaje largo. Al llegar a la gran urbe se sintió protegida. Se matriculó en el conservatorio de música y hoy nadie reconoce en esta virtuosa violonchelista a la gatita que arriesgó y ganó
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