A ésta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir, pensé al cerrar mis ojos y dejarme llevar por un placentero acto de amor.
Mi alma se desprendió suavemente del cuerpo que habitó y comenzó a ascender en profunda paz.
Al llegar me recibieron mis maestros.
El aprendizaje en esta vida había sido inmenso.
Elegí el desapego y el último acto fue morir en total desamparo en una sala de guardia.
Voy a descansar un tiempo para sanar las heridas que me provocó la soledad.
En la próxima, optaré por servir al prójimo.
Ya elegí mi nombre, me llamaré Teresa
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