Te regalé una bonita sonrisa de Joker, sabes me duele, pero creo que es poco contra tanta falsedad, la misma que brota de tus afilados ojos y que con la complicidad de tus labios me dice suavemente me voy de compras.

Los vi planeando mi dolor eterno, en la esquina, en la misma iglesia, el mismo diablo. Pero es menos mi tortura, cuando te veo colocar en la mesa esa botella mágica que que seca mis heridas y su ardor casi tan fuerte semeja el infierno que siento, y a la vez la calma al verte de regreso, dormir, soñar.

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