Te regalé una bonita sonrisa de Joker mientras te amarraba los pies y te repetía que no les hicieras caso.

—Por favor…

¡Silencio!, tu respiración acelerada y torpe nubla mi cordura. No entiendo por qué querías dejarme si fuiste tú quien me buscó para darle una lección de celos a tu esposo; y vaya que te gustó jugar con fuego. ¿Por qué querías dejarme? Acaso ¿no querías alas de libertad? Pues entonces saltemos juntos al vacío donde ni siquiera tu esposo te podrá volver a tocar.

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