Te regalé una bonita sonrisa de Joker, simulé mi propio secuestro y hasta me puse el maldito traje de cuero que antes tanto te ponía. Pero tú como si nada, tirado en el sofá bebiendo cerveza y viendo una y otra vez esa vieja serie que hiciste con Robin. Desde que se independizó ese muchacho es que no hay quien te aguante. Maldita crisis de los cincuenta de los murciélagos. En serio, cualquier día hago las maletas y me largo, que a esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir.
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