-A esta gatita aún le quedan muchas vidas por vivir-. Así se consolaba Noé, acariciándola, en aquellos innumerables atardeceres empapados.

Cuando dejó de llover liberaron una de las palomas. Como no regresó pensaron que se había ahogado. Mucho después, cuando ya todos se amotinaban desquiciados por la desesperanza, la humedad y el hambre, Sem propuso liberar a la segunda. Noé vio a su gatita escabullirse, esperar a la paloma por donde Sem la soltaba y cazarla antes de que iniciara el vuelo.

Entonces el arca encalló.

El viaje concluía. Noé solo pudo ver cómo la gata saltaba afuera y desaparecía.

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