Te regalé una bonita sonrisa de Joker. Fue la última de mi repertorio de sonrisas que viste, antes del portazo. Una a una podría catalogarlas, ordenarlas y archivarlas cuidadosamente para tenerlas a mano en el momento deseado. La sutil de apariencia delicada, esa que te cosquillea y te atrapa. La sensual que te ratonea y te enciende.
No se si vale la pena que comprendas. De hecho, tus ojos denotaban pavor y desconcierto cuando me mirabas amordazado desde tu silla cómo guardaba tus cosas en mi maleta.
El amor efímero puede ser así, a veces se gana y otras no.
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