Te regalé una bonita sonrisa de Jocker mientras mi mano en la espalda preparaba la erección del dedo medio.

Te miré sin pestañear para que supieras lo decidido que estaba.

—Maldito santón ¿acaso no te das cuenta del trabajo que he realizado, del esfuerzo que puse en cada coma, en cada punto, en el trabajo que significa elegir la palabra precisa? ¿Acaso tuviste una mala noche? ¿Tu mujer se durmió antes de que empezaras con tus torpes caricias?

Todo esto lo pensé, pero no te lo dije.

Extendí mi mano y solo atiné a decir.

—Gracias por permitirme estar aquí.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS