Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro, que todo no podía ser siempre tan malo, y para colmo se estropeó parte de mi costoso casimir. Ese amor hacia los objetos se debía terminar. ¡Era el propio loco! Desde el principio, todo salió mal con ella y nuestra relación; única y contagiosa. A quien se le ocurre, prestarle mi costoso casimir y dejarla conducir, este maldito auto que siempre olvidaba el camino a casa. Luego del tremendo golpe, a ella la sacaron del auto y colocaron a un lado de la acera… se veía algo estropeada, pero.., y yo.
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