Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro, cuántos días, cuántos momentos he pasado viviendo en el rincón sosegado de la monotonía.

Desde el ventanal miraba hacia el exterior que me estaba prohibido.

Adentro es mejor, donde no pasa nada, no hay ventiscas fuertes, no hay rayos y centellas que anuncien tormenta; no hay cruceros ni barrancos, no hay quimeras malholientes que acechen el camino, no hay asomo de peligro.

Con valor crucé el umbral.

Percibí el aroma de la brisa fresca, el calor del sol, la fría lluvia, el amor, el dolor.

A toda velocidad conocí la vida.

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