Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro que mi vida entera desfilaría en un segundo. Y no te encontré en ella. Sentí tanto remordimiento que me desperté agitado. Un sueño, un mal sueño, pero la mala conciencia me perseguía.
Días después fuimos juntos de viaje. Tras una curva nos sorprendió un muro con un extraño parecido al del sueño. Pero éste tenía toscamente pintada una palabra: “Olvídame”.
No sabía si aquello era una señal o directamente un mensaje, pero lo recibí. A la vuelta, di un rodeo para evitar esa carretera. Y, por supuesto, viajaba solo.
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