Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro, en saltar en marcha, en abrir la puerta y dejarme caer al asfalto, en gritar aquello que se me había quedado atascado en mi cabeza durante todos estos años… Me encontraba a tan solo unos segundos de la destrucción total y no veía ningún túnel, apenas resplandor aparente, ninguna luz blanca ni llamada divina…, tan solo el cartel publicitario, pegado en el muro, que me atraía inopinadamente como un reclamo:
«Elige tu destino/organiza tu viaje.com».
Y allí que fui, con todas mis restantes fuerzas. Entretanto, mi pie forcejeaba, atado al acelerador.
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