Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro: ¿y qué pasa si todo sale como el culo?

-No se te paga por pensar -me había dicho el empresario al contratarme-. Esto es espectáculo, hijo. Un golpecito de nada y a cobrar una pasta gansa. No te preocupes, hay quien lo supera.

-Dígame -le pregunto el día de la función antes de partir hacia mi destino-. ¿Hay algo más que no me haya dicho… ?

“Ahora, desde el otro lado, sé a qué se refería el muy cabrón. Lástima que haya tenido que espicharla para averiguarlo”.

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