Pensé, mientras el coche se lanzaba contra el muro, que ya nada podía devolver el tiempo, no volveré a ver sus ojos tristes, ni oírle decir «lucita» como solía llamarme.
Ha sido un desastre este viaje, puedo verme en el suelo, con múltiples heridas que no duelen, el teléfono suena, es mi hermana, trato de contestar, pero no logro coger el móvil.
Llegan los bomberos y yo intento explicarles que pasó, pero me ignoran, no comprendo por qué hay dos de mí, un paramédico revisa el cuerpo del piso y afirma con un halo de tristeza.
– Ha muerto.
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