Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro que nada volvería a ser igual y así fue. Comencé un nuevo viaje, el que sería el último y donde ya nada nos podría separar. A nuestro alrededor ruido y confusión. El cogió mi mano un minuto antes de dejarla caer. La opinión del resto ya carecía de importancia, todos se preguntarían porqué estábamos allí, porqué íbamos en aquel coche juntos. Todos llorarían por nosotros. Todos sentirían el dolor de la pérdida, la impotencia. Yo, en cambio, era feliz. Hacía mi último viaje junto al ser que amaba.

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