Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro, ¡vamos a estrellarnos, fin de sueños en la ciudad oculta, acabará esta persecución sin razón por amarnos sin medida!

Mi mente se cerró, tomé de su mano libre, era San Valentín, enfrente inmensa The Wall, el velocímetro marcaba 360 km/h medimos la fuerza impacto en nanosegundos de destrucción total de nuestros cuerpos de cristal, y al atravesar el muro… sin sonido cayeron sus piedras y su leyenda. Ambas ilesas, se abrió el espacio del corazón a otra dimensión en donde nuestro amor transparente y frágil sería eterno.

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