Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro, «pudo ser mi vida la que acabara», experimente un íntimo escalofrío, inmutada y con mis manos temblorosas al volante, oía ecos de voces casi proféticas:
«¡Sí!, Nuestro pulso se detiene».
«Solo en este plano existencial ardemos y nos elevamos».
«Apreciar en la sencillez de lo cotidiano, lo extraordinario, es necesario; el secreto, mirar siempre con ojos de turista lo que nos es habitual».
«Repite… Soy mortal; así puedes atender al llamado que insta a gestar el deseo de crear grandes cosas, pues es la tendencia natural que todos deberíamos seguir».
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