Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro en imágenes ordenadas y rebeldes situando los últimos instantes de mi vida que me quedaban.
Quizás segundos, minutos…
Sentí las ganas de vivir, la valentía.
Sentada en el copiloto viendo como mi vida, y la suya se iba destrozando por momentos, por segundos.
Mi vida ante él y todo lo que nos restaba se iba desvaneciendo de la nada. A escasos metros. Se le olvidó el verso, la rima, las ganas, la esencia, mi ser, el puzzle que dejó a medias.
Y a tan solo tres metros, dejamos de sentir.
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