—Pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro….
El muchacho relataba sus aventuras; y yo me sentía feliz de haberle sonreído y entablado una conversación con él, antes de arribar.
Con mirada limpia y sonrisa tierna, acompañaba sus palabras y gestos corporales.
Decía ser escritor, oriundo de un pueblo del centro de España, donde las montañas se parecen mucho a las de mi tierra, pero a diferencia de estas, no cruzan de sur a norte.
Su plática me envolvía y transportaba a mundos de fantasía.
No me importaba nada. Sólo el impacto sublime de sus palabras en mi alma…
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