Lástima que no haya billetes para maniquíes, pensé mientras te observaba a través del cristal. Con tu figura esbelta y tu sonrisa perfecta reflejabas la imagen ideal para cualquier hombre.
-¿Te marchas de viaje?- preguntaste con tu mirada.
-Sí.
-No me has dicho nada- matizaste con tu mirada.
-Una decisión repentina.
-¡Ah!
-No puedes acompañarme, en este viaje sólo hay billetes para los que tenemos alma.
-No entiendo- negaste con tu mirada.
-Bueno, perdiste el alma en algún rincón. Ahora eres una bella sin alma. Si la encuentras, búscame.
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