Lástima que no haya billetes para maniquíes, para que ellos viajen en mi lugar dijo él, cuando entendió que era el fin, que todo lo vivido ya eran parte de la historia de su vida, que esa historia ya se habían escrito, ya se había contado, que ya no había nada nuevo por descubrir. Porque lo que tenía pendiente por vivir y experimentar tendría que ser en una vida distinta y otra dimensión.
¡No es cierto! con su expresión chirriadora que hizo estremecer el ambiente, sin haber asimilado realmente lo que estaba pasando, pero nadie podía cambiarle ese mal momento.
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