No hay billete para maniquíes, nos dice con una sonrisa boba la taquillera de la estación,
dejándonos allí mismo paralizados, tiesos como momias. Enamorado como me tienes, pensaba
llevarte a la playa, a ti que tan bien te queda la ropa fresca, por esperarme siempre en el mismo
sitio, quieta tras aquel espeso cristal, cada tarde sin dejarte una sola, esperando paciente a que
yo viniera, con tu sonrisa bonita y tus encadilados ojos, que no me dejan de mirar. Rodeo tu
cintura para tranquilizarte porque yo tampoco sé qué hacer. La muy tonta nos ha dejado como
acartonados.
Viajes encadenados (en 8 semanas)
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