Lástima que no haya billetes para maniquíes. Tu silencio disiparía mis dudas durante el despegue y omitiría la crítica a mis temores en la turbulencia. Compartiría tu comida sin tener que decidir entre la pasta o el pollo. No te ofuscaría mi deambular insomne mientras cruzamos el Atlántico o la luz de lectura siempre encendida. Me quedaría con la ventanilla y te dejaría el pasillo. Enmudecería como tú al ver el mundo de juguete desde las alturas.
Suerte que no hay billetes para ti porque hoy viajo en clase ejecutiva. Soñar es gratis, volar no.
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