Làstima que no haya billetes para maniquíes y tengas que viajar como las piezas del tetris. Quizás sea mejor así, porque hubiera terminado cediéndote el asiento de la ventanilla y pasaría todo el viaje odiàndote y odiàndome por perderme el paisaje. No sé lo que va a pasar a partir de ahora. A lo mejor podemos dar unas cuantas vueltas, como si el mundo fuera un tiovivo, hasta que se nos acabe el dinero. Lo siento mucho por tí. Aunque vayas todo el viaje con los ojos muy abiertos, no vas a ver nada.

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