II) TODO IGUAL PERO DIFERENTE

II) TODO IGUAL PERO DIFERENTE

– «¡Lástima que no haya billetes para maniquíes!» –pensé – «¡Hubieran simulado mi presencia desde lejos!».

De todas maneras, eran otros tiempos… sin tantos peligros en la calle.

Así que, mi preadolescente bebé pudo moverse solo y a sus anchas.

Yo lo seguía atenta desde la ventana del hotel que daba a la peatonal.

Enfrente, «Musimundo» llenaba de alegría la cuadra. Pasaba horas eligiendo casetes de la mejor música porteña, que luego compartiría con sus amigos. Siempre fue su pasión.

Lo atraían los artistas callejeros, las golosinas y las hamburguesas, que recién llegadas del Norte, eran la novedad.

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