Lástima que no haya billetes para maniquíes, me encantaría conocer mundo y ver el mar. Me asfixio en este escaparate abarrotado, por no hablar de los dolores que me provoca esta pose estúpida en la que me colocas a cada cambio de temporada. Cuando me desnudas, tu indiferencia me hace sospechar que tengo el don de la invisibilidad. Me gustaría que me hablaras. Te sonrío, pero nunca das el primer paso, y yo no puedo hacerlo. Vas y vienes a tu antojo, ignorándome, mientras sigo aquí deseando que me lleves contigo, sin importarme el destino. No imaginas cuánto te envidio.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS