En esta maleta no cabe casi nada, pero ya está, no necesito más. A Dostoyevski lo llevaré en la mano para leer durante el viaje. Quiero volver a sentir ese primer capítulo cuando el drama se coló entre nosotros y el relato se tiñó de besos, el horror se convirtió en abrazo, el libro cayó al suelo y la despedida infinita amaneció riendo despeinada. Sí tengo que leerlo otra vez desde el principio para que te quedes cerquita en este viaje porque aunque envíe fotos y me devuelvas caricias dibujadas nada será tan dulce como encontrarte otra vez una mañana.

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