En esta maleta no cabe casi nada. Desbordan sus contenidos por doquier, y aun queda una pila que espera ser guardada. Pero ninguna prenda es prescindible. Ahí viajan los pasos torpes en la Ceilidh. El primer beso que nos dimos sin tener que estar en puntitas de pie. La tarde que se hizo noche y madrugada batiéndonos a duelo contra el puzzle…y cuya victoria festejamos en la cama. Mi corazón roto también está ahí, y evité mirarlo deliberadamente. Ese todavía duele, pero no puedo dejarlo tampoco. Necesito rodearme de todo ello el tiempo que sea necesario…Hasta poder viajar sin él…
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